Padre Amatulli

Vida y obra delPadre Amatulli

Fundador

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¿Quién es el P. Amatulli?

El P. Flaviano Amatulli nació en Italia el 23 de mayo de 1938 y falleció en la ciudad de México el 1 de junio de 2018.

Recibió la ordenación sacerdotal el 26 de junio de 1965. En 1978 dio inicio a la Familia Misionera Apóstoles de la Palabra. En 1986 fue puesto al frente del Departamento de la fe de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la fe, con el objetivo de hacer frente al proselitismo sectario.

Nombre: P. Flaviano Amatulli Valente, fmap
Fundador:"Apóstoles de la Palabra"
Nació: 23 de mayo 1938
Falleció: 01 de junio de 2018
Llegó a México:09 enero 1968
Origen:Bari, Italia
Autor:Más de 100 obras, entre libros y folletos
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SU VIDA

(Tomado de “Homenaje a Flaviano Amatulli Valente fundador de a FMAP" de Javier Quezada del Río)

Su vida sacerdotal puede dividirse en tres etapas, que, sin embargo, no tienen fronteras bien definidas, sino que una se va gestando lentamente en la otra.

La primera comprende sus años como sacerdote comboniano, en los que fue, una vez llegado a México, director de la revista Esquila misional durante siete años, y durante cinco estuvo entre los indígenas chinantecos de Oaxaca.

Durante ese tiempo se dejó impactar por la realidad de los indígenas y constató la situación de acoso de las sectas protestantes y de los Testigos de Jeová sobre los católicos. La iglesia católica pensaba que la fe de la gente sencilla no cambiaría nunca, que tenía en ellos un bastión en contra del protestantismo, pero durante más de cincuenta años se ha dado una desbandada de católicos hacia las iglesias protestantes y esto, especialmente entre los más pobres.

El P. Amatulli vio el abandono pastoral e indefensión de los católicos frente a la propaganda proselitista y la poca penetración que había tenido el evangelio en las culturas indias y en la religiosidad popular, lo que lo impresionó profundamente. También estuvo en contacto con la Teología de la Liberación y con su hija la Teología india, y pudo palpar su forma de trabajar entre los indígenas.

La segunda etapa comprende la fundación de los Misioneros Apóstoles de la Palabra. Esta fundación supuso su separación de la Congregación de los Misioneros Combonianos, lo que sin duda alguna fue doloroso para él, pero a esas alturas tenía ya muy claro que la iglesia estaba en franca bancarrota en cuanto al número y calidad de los fieles y que la solución no estaba solamente en trabajar mucho, sino en que muchos trabajaran mucho, es decir, en el trabajo de catequistas y de misioneros laicos. Como dice en alguno de sus libros, en lugar de trabajar como diez –lo cual, además, es imposible–, pon a trabajar a diez. Y qué mejor que formando un grupo de sacerdotes con un ideal común. La idea pronto se extendió también a lo que ahora es la Sociedad Misionera Apóstoles de la Palabra.

En esta etapa, digamos que el P. Amatulli puso las estructuras necesarias para extender su carisma.

La tercera etapa está en marcha. Se trata de pugnar por un cambio estructural en la iglesia que permita la adecuada formación de todos los laicos y su participación en la evangelización y en la liturgia. El P. Amatulli afirma que para lograr esto es necesario un cambio de mentalidad, sobre todo en los clérigos, lo cual implica cambios en la formación que se imparte en los seminarios, y que redunda en nuevas formas de organizar la pastoral, el gobierno de las diócesis e incluso la iglesia. En esta etapa, el P. Amatulli ha profundizado lo que vivió en las dos anteriores, en las raíces de la situación eclesial contemporánea, en la forma como se debe dialogar con los protestantes, en cómo debe ser la formación bíblica. Es una etapa que, como las anteriores, no está cerrada, es, en gran medida, un sueño que lo atrae y en cuya realización pone todas sus fuerzas.

En estas tres etapas de la vida del P. Amatulli, hay dos elementos permanentes, que son como la columna vertebral de toda su vida y su obra. La realidad eclesial y la Biblia.

En primer lugar, la realidad eclesial. El P. Amatulli no es un teólogo de escritorio o un sacerdote que se encierre en su parroquia. Desde los inicios de su vocación fue un hombre abierto a la realidad –por eso se convirtió en misionero–, por eso buscó las causas de lo que vivió entre los indígenas en Oaxaca, se puso a observar lo que hacen las sectas protestantes proselitistas y los Testigos de Jehová y lo que sufren los católicos por su falta de preparación. No es verdad que los católicos estén preparados y que se les pueda tratar como a teólogos consumados, hay que instruirlos desde lo más básico para que sepan defender, amar y vivir su fe. A este afán de hacerse comprender por todos, se debe el lenguaje sencillo y popular que usa en sus libros.

Para el P. Amatulli hay algo muy claro, la comunidad cristiana posee el derecho a tener pastores que la instruyan y no que solamente celebren los sacramentos y eso de cuando en cuando. Si las estructuras actuales de la iglesia no pueden satisfacer esa necesidad, es preciso cambiarlas. Se debe garantizar a todo católico el acceso a una buena formación bíblica y teológica y a la eucaristía.

El otro elemento que está en las tres etapas de su vida es la Biblia. Desde chico se aficionó a su lectura y generó cierto desconcierto en el seminario cuando sugirió que todos los estudiantes deberían tener la suya, pero el factor más importante de su apego a la Biblia fue la experiencia que tuvo con el proselitismo protestante.

Una buena parte de la obra del P. Amatulli está escrita en forma de catecismo fundamental para dar armas a los católicos frente al embate de las sectas proselitistas. Estos libros tienen como nervadura central la Biblia. Esto se debe a que pretenden dar respuesta a los ataques de los protestantes en su mismo campo de acción. No se trata de catecismos teológicos, sino de catecismos bíblicos centrados en los argumentos con que los protestantes buscan desquiciar a los católicos.

Sin embargo, su interés por la Sagrada Escritura no se limita a esos catecismos, ha escrito varios cursos bíblicos y catecismos bíblicos para los sacramentos. Finalmente, la Biblia es omnipresente también en los libros en los que Amatulli sueña con nuevas estructuras eclesiales. Por ejemplo, al defender la posibilidad de que haya sacerdotes casados, se remite al Nuevo Testamento, en donde se afirma que si bien algunos discípulos de Jesús eran célibes, había otros que estaban casados.

Tanto la experiencia y el apego a la realidad como el uso de la Biblia son dos constantes en la vida del P. Amatulli que, supongo, formarán parte del legado que deja a los Apóstoles de la Palabra.